El Monasterio de Cristo Redentor de las Madres Redentoristas, ha sido un pulmón de oxígeno al cual he acudido para poder seguir caminando.
Doy gracias a Dios por cada una de las madres a las que he conocido y pido la intercesión de aquellas que nos han dejado, y pido al Señor vocaciones para este Monasterio.